Me estoy bañando y veo una hormiga
perdida en un azulejo,
buscando alimento.
Sé que tengo que llevarla al patio,
a la plaza,
subirla a una planta
para que ya no se pierda.
Y lo apunto como algo importantísimo que debo hacer en el día.
Que hago.
Sabiendo que quizás nunca,
nadie,
me entendería.
Nadie más que Dios.
viernes, 17 de octubre de 2008
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